En este post quiero contarte cómo viví el bullying que sufrí en mi infancia, cómo fue mi adolescencia, y las secuelas que sufrí siendo adulta.
Tabla de contenidos
- 1 El bullying en mi propia piel.
- 2 El cambio de centro.
- 3 Cómo haber sufrido bullying marcó mi vida.
- 4 El nacimiento de Àlex.
- 5 El despertar.
El bullying en mi propia piel.
Mis primeros años de colegio.
No recuerdo exactamente cuándo empezó todo, pero mi primer recuerdo es de un día de colegio sobre 1991, con 7 años. Yo estaba en el recreo jugando a defender al niño del que todos se burlaban. Unos niños le estaban molestando y yo intentaba que le dejaran tranquilo. Mientras el resto de niñas, jugaba a maquillarse y a bailar. Me acerqué a ellas y me dijeron que hiciese lo mismo que ellas y como a mí no me apetecía, me di la vuelta y seguí jugando a mi aire.
Era una niña normal, en clase era aplicada y los estudios se me daban bastante bien. Físicamente no tenía nada destacable que pudiera atraer las burlas de mis compañeros. Era alegre y parlanchina. Me gustaba mucho bailar y la gimnasia rítmica.
Hasta hace muy poco no he sabido porque razón ejercieron bullying sobre mí.
Cuando todo empezó a complicarse.
Lo primero que recuerdo son insultos en el patio del colegio, el sentirme sola y no saber en qué grupo integrarme. Siempre acababa en compañía de una o como mucho dos niñas. Ellas eran mis mejores amigas hasta que se unían al grupo de quien me insultaba.
Con el paso del tiempo todo fue empeorando, yo me refugiaba aprendiendo y haciendo las cosas que me gustaban. Los insultos continuaban, de vez en cuando alguien me pegaba, o cuando ya no podía más le pegaba yo,defendiéndome de los insultos. Tener que defenderme me hacía sentir muy mal y yo lo utilizaba solo como último recurso.
El acoso fue aumentando y llegó un momento, un par de años después, donde empecé a suspender. Mis padres no entendían el porqué, incluso me llevaron al oculista para comprobar si no veía bien y ese era el motivo. Pero nada de eso…
Siempre he sido una persona muy comunicativa, y he contado todo en casa. No obstante, en aquellos tiempos donde el bullying no tenía nombre, imagino que fue difícil darse cuenta de la envergadura que estaba tomando el asunto.
Los peores meses de sufrimiento.
Ya en 4º de primaria el maltrato empezó darse fuera del colegio. En varias ocasiones recorrí todo el camino a casa, acompañada de 10 o 12 niños y niñas insultándome y pegándome. Agachaba la cabeza y corría para llegar lo antes posible. Cuando llegaba a casa y llamaba el timbre gritaban, pero cuando mi madre bajaba corriendo solo quedaba yo hecha pedazos.
La ayuda que recibí
Mis padres hablaron con profesores e intentaron seguir todas las pautas que les dieron, que al final serían inútiles. La psicóloga del colegio utilizó conmigo distintas técnicas, que no estoy segura si sirvieron para algo, o simplemente para hacerme sentir peor.
Primero, me recomendó que saliera al patio tranquilamente y me sentara sola en un banco, y si alguien me insultaba apuntara el insulto en una hoja. No debía responder ni a hacer nada más que dejarme insultar, recuerdo sus palabras textuales “poner la otra mejilla”. Luego debía buscar el significado del insulto y comprobar si yo era aquello que me llamaban.
Si no soportaba esa opción, el plan B que me propuso era quedarme en clase sola leyendo y no salir al patio.
Un día tuve que decirle a la psicóloga cada persona que me hacía daño. Los puso a todos en un círculo a mi alrededor, y cada uno me explicaba las razones por las que estaban en contra de mí. Muchos motivos eran tonterías, y otros inventados. Sin entender nada, tuve que pedir perdón a cada uno de mis compañeros por lo que me exigían, para que ellos prometieran no volverme a maltratar. El día siguiente continuaron las agresiones y nadie hizo nada más para ayudarme.
Buscando otras soluciones.
Los insultos continuaban en el colegio, al salir del colegio además los acompañaban de agresiones, y yo sin entender qué hacía mal, y sin saber qué hacer.
Llegué a maltratar a mi madre, le insultaba, le exigía, desahogaba en ella todo mi miedo y mi rabia. Y ella siempre estaba ahí, para recogerme en cada caída.
Mis padres decidieron esperar un poco a que terminara el curso para ver si tras el verano todo cambiaba. A punto de terminar el curso mi padre me pidió que, por favor, volviera a sacar las notas que yo sacaba y dejase de suspender.
Cuarto de primaria acabó y el último día de colegio, daban en cada clase diplomas. Los tres que habían sacado mejores notas en castellano, valenciano (mi lengua natal) y matemáticas eran premiados. Aquel día yo volví a casa con tres diplomas y desde entonces no volví a suspender a propósito. Aquel verano descansamos toda la familia, olvidándonos del infierno vivido.
Porqué cambié de colegio.
Llego septiembre y volvió el acoso. Hubo un día en una excursión de un grupo juvenil al que pertenecíamos casi todos los niños del colegio. Pasaron todo el día pegándome e insultándome, me tiraron por un ribazo donde quedé llena de heridas.
Aquel día llegué a casa temblando, amoratada y con el alma rota. Mis padres me cogieron en brazos y me metieron en la bañera con agua tibia para que me bajase la fiebre. Ambos destrozados de ver a su pequeña en esa situación.
Mi madre se quedó cuidándome, y mi padre salió de casa para hablar con los padres de quien me había hecho daño. Es increíble, pero uno de los padres le dijo que se buscase la vida, que la que tenía problemas era yo, y no su hija.
Ahora puedo entender como una niña, que no debería tener maldad ninguna, tenía que maltratarme a mí. Pero no ha sido fácil llegar a verlo de esta forma. Ella necesitaba sentirse líder, querida , reconocida, seguramente buscando su sitio, buscando lo que le faltaba en su casa.
Mis padres ya no sabían que hacer, volvieron a acudir a los profesores del colegio, intentaron nuevos métodos. Incluso fueron a la policía como último recurso, pero no les escucharon.
Ellos ya no aguantaron más y al ver que no había solución decidieron cambiarme de colegio.
El cambio de centro.
En casa dieron muchas vueltas a la decisión para elegir el nuevo centro, y con muchos miedos y esperanzas, finalmente hicimos el cambio.
Al principio estaba ilusionada y contenta, los compañeros se interesaban por mí, me preguntaban, hablaban conmigo. Pero ese fue el problema, que una niña llegue con 11 años a mitad de curso genera mucha expectación. En una clase que está ya consolidada muchos años, y en poco tiempo me volvieron a etiquetar.
A algunos, al ser la nueva les llamaba la atención, a otros eso les enfadaba porque les había roto el esquema que tenían montado.
Para colmo al poco tiempo de entrar en el colegio teníamos que hacer un playback de una canción para un festival. Tras una prueba de baile que nos hicieron una madre me eligió como cantante. En aquel momento, como niña de 11 años a la que le encanta bailar, me puse muy contenta. Pero como es normal, a mis nuevas compañeras no les hizo nada de gracia.
Mi nuevo mote
Me convertí en la Puta de la clase, y así fue hasta que terminé el colegio. Nunca entendí el adjetivo, porque nunca hice nada con ningún compañero, ni con ningún chico hasta muchos años después. Conocí a mi actual pareja con 16 años y continúo junto a él. Así que no me parece nada acertado y ahora hasta me da la risa, pero en aquellos momentos era muy duro para mi.
Para gota que colma el vaso, descubrí que era muy mala en los deportes. Ahora sé que hay ciertos tipos de actividades que se me dan bien (pilates, baile…). Pero hay muchas otros para las que soy una autentica patosa. En el colegio había un equipo de baloncesto y me apunté, era la peor del equipo, a la que sacan al final por pena. En las carreras siempre era la última, y en muchas otras pruebas, me avergonzaba mucho y lo pasaba fatal en las clases de educación física.
Buscando mi sitio
Me intenté acercar a los distintos grupos de la clase, hacía trabajos con unas y con otras, recuerdo días de pasarlo muy bien y reírme mucho con alguna compañera. También recuerdo sentirme muy triste de saber que lo habíamos pasado bien juntas, pero al día siguiente hablarían de nuevo mal de mí.
No sabia cómo hacerme un hueco y nunca me sentí aceptada, recuerdo incluso mentir, solo para intentar hacerme la valiente y agradar. Estaba totalmente perdida.
Cogí mucho miedo y nunca supe encajar, si sabía que me criticaban un solo día en un grupo dejaba de ir con ellas, porque no quería que me hicieran daño.
Es normal que los niños a esas edades hablen algo mal puntualmente de un amigo, si lo hacemos los mayores. Pero yo no lo sabía y no quería que me volvieran a maltratar.
En resumen, por una parte lo que mi entrada a la clase pudo desestabilizar los lazos que ya tenían mis compañeros. Y por otra emocionalmente yo estaba hecha un trapo y no sabía ni a quien acercarme, ni cómo actuar por todo el miedo que tenía. El resultado fue que no pude sentirme bien ni formar amistades en todo el tiempo que estuve en el centro.
Los últimos cursos cansada de los insultos termine cortándome el pelo , y vistiendo con ropa de chico. Quería pasar lo más desapercibida posible. Y así, con mucho dolor, sintiéndome un bicho raro y completamente sola, sin tener amigas del colegio acabe esa etapa.
Cómo haber sufrido bullying marcó mi vida.
Una adolescencia complicada.
Llegó otro cambio y yo ya estaba cansada de intentar defenderme tanto tiempo. Ya no sabía qué hacer. Hasta llegué a pegar a una chica que siempre me insultaba porque no podía más. La pobre pagó toda mi ira acumulada. Le rompí las gafas, le dejé los ojos amoratados, y me puse a llorar.
Los que vieron la pelea me decían que no llorara, que había ganado. Yo les decía que yo no quería hacer daño a nadie, que solo quería que me dejasen en paz. Siento mucho lo que hice y nunca lo volvería a hacer.
Conociendo a gente nueva
Por otra parte empecé a conocer a gente nueva que no sabía de mi pasado y que no me juzgaba. Cambié mi aspecto físico y empecé a arreglarme.
Tuve una época muy divertida y alocada, donde conocí a grandes personas. Aunque debo decir que el desmadre que viví fue bastante grande, era mi forma de buscar sentirme bien.
Mis padres me compraron una motocicleta, y a mí me encantaba dar vueltas sin rumbo, un día con unas, otros con otras… tuve temporadas mejores y peores, pero al final no supe cuidar mis amistades. Unas veces me sentía rechazada, otras incluso fui yo la que me llegué a burlar de alguna persona del grupo para intentar buscar mi lugar.
Me enamoré por primera vez y me olvidé por un tiempo de que el resto del mundo existía.
Y con idas y venidas, conociendo a gente e intentando aprender habilidades sociales mediante prueba y error. Con las hormonas alocadas en plena pubertad pasó el tiempo. Siempre tuve mucho miedo y a la mínima sospecha de que a una persona pudiera no gustarle, o hablase mal de mi, me alejaba de ella. Ahora sé que estaba equivocada, pero en esos momentos era mi forma de protegerme.
La última agresión física que sufrí
Desde que abandoné mi primer colegio, algunas de las veces de las que me crucé con mis ex-compañeras por la calle, me agredieron verbal e incluso físicamente. La última vez que fui agredida, fue en unas fiestas de mi pueblo cuando ya con 17 años. Dos de las chicas que de pequeña ejercieron bullying sobre mi, bajo los efectos del alcohol, me empujaron.
Yo ya me consideraba una persona madura, y al preguntarles que pasaba y pedirles que me dejasen en paz, me arrancaron un buen puñado de pelo. Me hicieron mucho daño delante de un montón de gente que miraba asombrada y me ayudaron a que me soltaran.
Para mi fue una situación surrealista y vergonzosa, iba acompañada de una amiga que no es de mi ciudad que alucinó, nos fuimos a casa, la fiesta había acabado para nosotras.
Y así, sin apenas darme cuenta, pasaron los años y me planté en Alicante para estudiar ingeniería técnica Informática.
La vida universitaria tampoco fue fácil.
La universidad fue una nueva oportunidad, un nuevo empezar de cero. En cada cambio, he ido aprendiendo un poco más, y estando un poco más segura. Pero algo seguía fallando y la soledad continuó acompañándome.
En mi clase apenas éramos 4 o 5 chicas ya que en las ingenierías sigue predominando el sexo masculino. Con ellas y con mis compañeros entable una buena relación, de compañerismo, pero por lo que sea, nunca llegamos a tener una amistad.
Los estudios que realicé no me gustaban especialmente, pero decidí terminar, trabajar y ver por donde me llevaba la vida.
Mis padres siempre han sido mis mayores confidentes, y eran ellos los que soportaban los fines de semana deprimida y llorando que me pasaba en casa. Ellos han estado siempre a mi lado, y siempre intentaron hacer lo posible para que me animara. Pero como ya he dicho anteriormente, han sufrido mucho por mí.
Fue una etapa en la que pasaron por mi vida muchas personas, de las cuales me he quedado con un par a las que quiero muchísimo hoy en día. Y terminé como anteriormente, sin integrarme en ningún grupo de amigos de la universidad como el que suele tener la mayoría de gente.
El reto de superar la ansiedad.
Mis primeras crisis de ansiedad
A los 22 años terminé los estudios y ese mismo verano me puse a trabajar. Me mudé a Barcelona y trabajé en una empresa consultora.
A los 6 meses me trasladaron a Alicante para trabajar para la antigua CAM (Caja de ahorros del Mediterráneo). Y fue entonces cuando empecé a darme cuenta de que algo no funcionaba bien en mí.
Con mi pareja, tenía discusiones desproporcionadas, que no era capaz de gestionar. Me sentía sola y pese a que tenía muy buen trabajo, buen horario, unos compañeros geniales, empezaron mis crisis de ansiedad.
Hubo dos ocasiones en que la ansiedad traspaso mis límites y me afectaron físicamente, de forma que era incapaz de levantarme de la cama. En mi segunda baja laboral me enviaron a un psiquiatra que me recetó antidepresivos. Y fue entonces donde decidí que esa medicación no iba a solucionar mis problemas. Si no hacía algo en unos años me veía con una gran depresión que no sabía si sería capaz de superar.
Cómo la superé
Busqué ayuda de un psicólogo que me ayudó mucho. Con sus consejos, ejercicios y mi trabajo personal superé mi ansiedad y parte de mis miedos. Superé el pánico a cruzarme a las personas que habían ejercido bullying sobre mí, y el miedo a hablar en público. También aprendí a relajarme y gestionar mi ansiedad cuando veía que se acercaba a visitarme de nuevo.
Este fue un gran paso y gracias a ello poco después fui capaz de presentarme a unas oposiciones. Las suspendí, pero para mí, saqué el resultado fue un sobresaliente, por ser capaz de presentar mi trabajo ante un tribunal. Unos años antes me hubiera sido imposible hablar ante 5 personas para exponer mi trabajo.
Trabajando en Alemania.
En el 2011, conseguí un trabajo soñado en Alemania, y allí me mudé junto a mi pareja. Al contrario que en mis relaciones interpersonales, en el terreno profesional he tenido una gran seguridad. He conseguido cada puesto de trabajo para el que me he presentado. Siempre he confiado en que sería capaz de aprender y realizar bien lo que me pidiesen.
Fue duro el comienzo, pero allí, por primera vez, tras haber superado parte de mis miedos, me sentí querida, apreciada y a gusto con toda la gente que conocí. Con ellos podía ser yo misma sin sentirme juzgada.
Salíamos a menudo con nuestros amigos, hacíamos actividades los fines de semana, pequeñas escapadas para conocer sitios nuevos y nunca me sentí sola. Además, el sueldo que tenía me permitió realizar viajes que nunca habría podido imaginar antes. Viajar me permitió seguir creciendo como persona.
La maternidad.
Mi primer embarazo
Siempre había querido ser madre joven y en 2013, con 29 años decidimos que ya lo habíamos pospuesto demasiado y que había llegado el momento de intentarlo. Tardé un año en quedarme embarazada. A finales de diciembre de 2014, cuando menos lo esperaba, llegó el día en que el test de embarazo dio positivo. A ese día, le que siguieron ocho meses de felicidad viendo los cambios de mi cuerpo. Sintiendo cómo la magia de la naturaleza permitía que mi bebe creciera dentro de mí.
Decidimos viajar a España para que él bebe naciese cerca de los nuestros. Estaríamos un tiempo y regresaríamos a Alemania al menos unos años más.
La llegada de Marc al mundo
El 5 de agosto de 2014 Marc llegó al mundo, y el día que yo esperaba como el más feliz de mi vida se volvió un infierno. El parto fue horroroso, me sentí maltratada, y lo peor de todo, se llevaron a mi bebe. A diferencia de la mayoría de niños, nació completamente blanco y les pareció muy extraño. No pude tenerlo en mis brazos hasta días después.
Tras días sin saber que pasaba, encontraron el problema, el niño tenía un “agujero”, llamada fístula traqueo-esofágica. Una malformación congénita por la cual tenía comunicados tráquea y esófago. Cuando intentaba ingerir leche, ésta se iba al pulmón y se ahogaba.
A la semana de vida lo operaron, y estuvo un mes ingresado en UCI, el peor mes de mi vida. Hubo varias complicaciones que no se solucionaron hasta semanas después. En muchas ocasiones pensamos que podía quedar sin voz, o que tendría que llevar una traqueotomía toda su vida. También barajaron que tuviera un problema neurológico por el cual la musculación de la boca-garganta no coordinaba y no podría comer de forma normal.
Finalmente, todo se solucionó, y hoy en día Marc es un niño completamente sano y feliz. En aquel mes, nos pasó de todo por la cabeza y entre otras cosas, decidimos que saliese todo bien o mal, no íbamos a volver a Alemania. Nos quedamos sin fuerzas y necesitábamos estar cerca de nuestras familias.
Un nuevo comienzo
En Alemania teníamos nuestra vida establecida y nos gustaba, fue muy complicado volver, pero en esos momentos pensamos que era lo mejor.
Nos plantamos en Ontinyent, nuestra pequeña ciudad natal, con nuestro bebe, sin trabajo y pensando que hacer para buscarnos la vida. Aterrizamos en medio de una crisis donde muchísima gente estaba parada. Al ver el panorama laboral, decidimos invertir todos nuestros ahorros en un pequeño negocio, del cual se encargaría David.
Desde entonces hasta ahora han sido los cuatro años más intensos de mi vida, donde más cambios y contratiempos me han pasado.
El nacimiento de Àlex.
Cuando Marc tenía 20 meses, Àlex vino al mundo para completar nuestra familia. Esta vez, los meses de embarazo fueron muy duros, porque coincidió con una enfermedad grave de mi madre.
Sin embargo, la vida me dio una tregua permitiendo que mi madre superase el cáncer y acabase el tratamiento justo un mes antes de dar a luz. Esta vez tuve un parto digno de documental, largo pero precioso. En él pude conectar con todo mi ser, y toda mi energía interior como nunca antes había hecho, fue maravilloso.
Nada más nació lo tomé entre mis brazos, era tan mio… y en pocos minutos ya estaba agarrado a mi pecho. Lo cogí en brazos y no quería que nadie lo separara de mi.
Mi gran crisis.
Yo siempre he llevado el control en casa, por mi espíritu de luchadora y porque tenía necesidad de controlar todo por miedo al dolor en caso de fallo. Las cosas de casa, las vacaciones, el dinero, los tramites que tuviéramos que realizar… ¡Todo controlado por mí!
Sí una tarde tenía un plan y algo se torcía me daba mucha rabia el no poder hacer lo previsto y era fácil que en casa hubiera una discusión.
Además, mis miedos al relacionarme con otras personas continuaban. Me di cuenta que había personas que me hacían sentir inferior y que siempre me hacían dudar. Noches sin dormir después de conversar con alguien. Entraba en bucles mentales pensando que tendría que haber dicho y que no. Siempre con miedo a lo que pensaran los otros sobre mí, miedo al rechazo.
De nuevo las discusiones en pareja se hicieron insoportables, yo estaba sobrepasada. Y llego un día, en el que ya no pude más. Llegué a lo más hondo que podía llegar, de nuevo no sabía cómo solucionar mis problemas.
Tenía una familia maravillosa, a mis dos hijos a los que adoro, un buen trabajo… Y una vez más, no conseguía ser feliz. Y no solo no era feliz, si no que me quedé sin fuerzas. No me veía capaz de seguir ni un solo día. Solo tenía dos opciones: renacer, o morir.
El despertar.
Aquel mismo día decidí que sola no iba a poder recomponer mi vida, así que llamé a Carmen Boix. Ella es mi guía en todo mi proceso de autoconocimiento y desarrollo personal. Y le estoy completamente agradecida.
Y empezó mi despertar, mi camino hacia la libertad, y hacia lo que soy hoy en día. De cómo viví esta parte os hablaré detenidamente en un próximo post.
Ahora soy consciente que tanto el acosó que sufrí, como lo que me hizo que fuese una víctima perfecta, me acompañó durante 32 años de mi vida. Sé que habrá miles de chicas como yo, que estarán viviendo una vida infeliz y sufriendo dolor. Y puede que ni siquiera sean conscientes de que, la causa es el daño causado por el acoso que sufrieron.
Tengo suerte de ser una persona luchadora e inconformista, y siempre he tenido claro que es posible ser feliz, y buscaba la forma de conseguirlo. Pero también sé que hay muchas personas que les cuesta comunicar. Personas que viven se protegen encerrándose en ellas mismas y que dudan mucho para dar el paso y pedir ayuda.
Por eso, desde esta “pequeña” web que considero mi casa, quiero hacerte llegar mi historia. Quiero animarte a que pidas ayuda y a que empieces tu propio cambio. Ha llegado el momento de tu revolución, para que puedas sentirte libre, segura y vivir en plenitud.
¡Que para eso has venido al mundo!
Y AHORA TE TOCA A TI
¿Te sientes identificada con mi historia?¿has vivido algo parecido? ¿en qué punto te encuentras? cuéntame cómo lo has vivido, pregúntame lo que te apetezca, te espero en los comentarios.
Si te ha gustado el artículo también puedes compartirlo en redes sociales para que pueda llegar a gente que le interese, y de paso me ayudas a difundirlo. 😉
Hola, Ana!
Me ha encantado tu post y bueno me gusta muchísimo tu página.
Gracias por compartir tu experiencia, seguro que ayudas a muchas personas con ella, a mi me ha llegado a lo más profundo del corazón ¡gracias!
Me alegra mucho saber que al final todo fue superado, ¡eres y has sido siempre una gran curranta! ENHORABUENA
Espero seguir leyendo contenido de esta calidad y vibración, muchísimas gracias y a seguir 🙂
Un abrazo!
Sonia
Hola Sonia, ¡muchas gracias por tus palabras!
La verdad es que costó encontrar la forma, pero finalmente pude deshacerme de toda la carga que llevaba encima (lo que me hizo ser vulnerable y en consecuencia victima, y las secuelas del bullying).
Sé que hay mucha más gente de la que pensamos viviendo en el bucle sin salida que yo estaba, así que espero poder animar y ayudar a muchas valientes a que cambien su vida.
Seguiré trabajando para crear contenido que aporte el mayor valor posible, espero que te guste, y hayas sufrido bullying o no, sea de tu utilidad.
Un abrazo.
A mi me pasa lo mismo, ahora estoy en secundaria en 2 de la eso u la verdad es que siempre estoy sola, hablan a mis espaldas i nadie quiere estar conmigo, yo no sé porque, nunca les he echo nada. Voy a un psiquiátra i no me ayuda en nada, soy bastante tímida i siempre pienso en q odio mi vida, hasta hay aveces donde e pensado en suicidarme.
Hola Paula, siento mucho lo que cuentas. Lo que quiero es animarte, decirte que no te rindas y que sigas buscando soluciones, porque estoy segura que las hay. Mira mi historia, espero que pueda servirte de inspiración para que sigas adelante. Y aquí me tienes si puedo ayudarte en cualquier cosa. Un abrazo.
Hola! He dudado mucho en escribirte pero al final me he armado de valor para hacerlo. Me siento totalmente identificada con tu historia .En los años 90 el bullying era cosa de niños y no era un problema pero lo que no sabían el trauma y los problemas que le puede causar a Una persona que sufre este calvario.
Me han aconsejado que Escriba mi historia ya que ahora con 37 años aun me está causando factura en todos los ambitos de mi vida.
Gracias por compartir tu historía,quizas algún día yo tenga el mismo coraje de hacerlo eres muy valiente.
Un saludo
Eva
Hola Eva, muchísimas gracias por escribirme y contar tu experiencia. Hoy ya has dado un gran paso. Entiendo perfectamente lo que sientes, y quiero que sepas que superar todo lo que (como tu bien dices) te pasa factura, es posible. No es fácil dar el paso, porque cuando estas en ese punto no ves la salida, pero te aseguro que sí la hay. Y hay que esforzarse para conseguirlo y dedicarse tiempo a una misma para poner cada cosa que llevas en tu interior en el lugar que realmente le corresponde.
Yo no era capaz de hablar ni lo más mínimo del acoso que sufrí, incluso mi hermana se ha sorprendido al leer parte de mi historia, y eso que vivíamos en la misma casa… La escribí en mi proceso de superación del bullying, y fue un pequeño paso más hacia mi liberación.
Estoy segura que tu también podrás hacerlo cuando llegue el momento, eso, y muchas cosas más que ahora ni te planteas. Te animo a quedarte por aquí, esta es tu casa, y espero que encuentres en ella, la motivación y herramientas para que puedas cambiar todo aquello que te impide ser feliz. Un gran abrazo.
Buenas tardes Ana,
La verdad es que sí me sentí identificada con tu situación,
Aunque soy una persona un poco orgullosa por hablar de mis “fracasos”, y uno de ellos es el escolar, dado que también sufrí Bullyng, tengo que admitir que es de una gran sensibilidad lo que has escrito, y ejemplo para muchas personas. Escribir esta autobiografía no te habrá sido fácil
Quería preguntarte si tenéis algún grupo de personas que han pasado por lo mismo, por curiosidad.
Por otro lado felicitarte por tu gran espíritu de superación en el ámbito laboral.
Tengo que admitir que en mi caso me está costando gestionarlo, no sé si debido a que todavía tiendo a evaluarme mal respecto a mi forma de comunicarme con las personas, pero no está siendo fácil
Pero bueno, de todo se aprende, supongo. Ser optimista en estos casos ayuda, si que es verdad que he aprendido a relativizar lo que me sucede, a creer en el cambio, y como tu dices, creo que nuestra salvación y la de las personas que han pasado por una situación tan ambigua, y que hace sentirte con un alto nivel de incertidumbre y te hace sentir emociones con tendencia a la frustración, es precisamente, esto: la superación.
Estoy segura que ayudarás a mucha gente con tu proyecto.
Yo me licencié el año pasado en Psicología por la Universidad Autónoma de Barcelona
Estamos en contacto mi mail es raquel.beneito92@gmail.com
Gracias.
Hola Raquel,
La verdad es que no me resultó facil escribir todo esto, pero admito que a su vez fue una liberación y además me movía el querer que mi historia pudiese inspirar a otras personas en situaciones parecidas y que todavía no han encontrado su salida.
Lo del ámbito laboral no ha sido difícil para mi, qunque por supuesto tuve que esforzarme… Pero debido a que los estudios fueron mi refugio, que soy muy persistente hasta conseguir lo que quiero y que mi padre me dio toda la seguridad en ese ámbito confiando siempre en mi y creyendo que podía con todo yo también lo creí. Eso no significó que mis inseguridades no aparecieran en otras facetas de mi vida, como por ejemplo las relaciones con los demás.
Por lo que cuentas es muy fácil que en tu caso las inseguridades si se estén viendo reflejadas en el ámbito profesional.
Estoy de acuerdo contigo, para mi el no darme por vencida y seguir buscando mis respuestas fue lo que hizo que no me rindiese hasta encontrar mi camino.
En la comunidad de Feliz sin bullying somos más de 3000 personas, así que somos una gran comunidad, a la que intento aportar todo lo aprendido compartiendo aquello que a mi me ha servido. Además realizamos distintas actividades a las que puedes unirte si lo deseas.
Puedes unirte a la comunidad realizando el test que puedes encontrar aquí: https://www.felizsinbullying.com/empieza-por-aqui
Un gran abrazo!
Hola!! He leído tu historia y realmente me siento muy identificada…
Mi problema empezó con 4 años, justo cuando empezé el colegio. Venía de un pueblo de única niña y no jugaba con nadie de mi edad. Tampoco sabía, la verdad.
Tengo recuerdos horribles de esa época, de maltrato físico y psologico que consiguieron que a día de hoy, con 25 años, sea una persona antisocial e insegura de mi misma.
Por desgracia mis padres siempre pensaron que era mala estudiante, debido a todos mis suspensos y el haber repetido un curso. Cabe destacar que a día de hoy aún soy incapaz de hablar con nadie de todo lo vivido y esto me está torturando por dentro.
Por eso, me gustaría saber tu opinión, saber k puedo hacer y preguntarte cómo actúas ahora, después de haber superado esto, cuando ves a alguien que en su día te hizo tanto daño.
Gracias!!
Hola Andrea, por lo que cuentas tienes todo tu dolor guardado dentro de ti, y necesitas sacarlo para poder empezar a digerirlo y a soltarlo. Para ello, el primer paso lo acabas de dar escribiendo aquí, ya has contado una pequeña parte de tu historia. Lo que debes de hacer es no quedarte parada esperando a que todo mejore con el tiempo, tienes que ponerte manos a la obra.
En cuanto que puedes hacer, en primer lugar estar decidida a cambiar tu vida, convencida de que ya no quieres seguir viviendo desde el dolor que llevas dentro. En segundo lugar pasar a la acción. En el blog iré publicando todas las herramientas y los conocimientos que me han servido para superar mis miedos y limitaciones, todo ello te servirá para empezar tu cambio. Pero si realmente sientes que necesitas cambiar ya y puedes permitírtelo pide ayuda, a mi o a cualquier profesional que pueda guiarte de forma adecuada. Porque de la mano de alguien irás al grano y directa a tus problemas, y aunque estar al 100% te costará, en poco tiempo podrás empezar a ver cambios brutales en tu vida.
En cuanto a la gente que me hizo daño… Me alegra muchísimo contar esto, jeje
Con 22 años solo pensar que me las cruzaba me daba ansiedad. Ahora a una de ellas la veo muy a menudo, la vida me ha llevado a coincidir en un grupo de madres. El primer día que supe que tendría que coincidir así casi salgo corriendo, quería morirme, pero decidí que ya habían sido demasiados años de miedo y que iba a afrontarlo. Al principio no quería ni mirarla.
Ahora, tras mi proceso de cambio, todo es distinto, he sido capaz de perdonarla y de entender que solo era una niña cuando todo paso (en cuanto pueda explicaré todo mejor en un post). Confieso que aún sigo trabajando el tema, porque lo tengo superado al 98% y pienso llegar al 100%. Pero puedo hablar con ella casi casi con total normalidad, sentarme a su lado en una comida o lo que la vida me ponga por delante.
Sé que pensarás en lo que te cuento y en quien te hizo a ti daño y ves imposible llegar a ese punto. Seguramente ni quieras pensar en perdonarles, ni en verles por la calle, ni mucho menos tener que hablar con alguien de ellos. Yo pensaba así también y te entiendo, pero para mi trabajar a fondo ese tema y superarlo ha sido una enorme liberación.
Mucho animo, y por favor ¡que nada te pare!
Un abrazo, Ana M.
Hola Ana. Gracias por tu publicación. Hasta ahora no me habia dado cuenta de que mi inseguridad es causada por el bullying que sufri en el instituto. Para muchos la adolescencia y el insti es la mujero epoca de la vida. Para mi es todo lo contrario. Vivi un infierno en el instituto en el que me llamaban puta y cosas peores!! Como resultado tengo muy poco amor propio de adulta. Tambien recibi varias humillaciones, insultos, habia una niña que me molestaba siempre con su grupito. En estos momentos estoy experimentando infelicidad…espero poder arreglarlontodo
Hola Irene, yo sentía lo mismo que describes. Y tampoco sabia que provenía de haber sufrido bullying. Tenia claro que todo lo que viví no me había hecho ningún bien, pero no de qué forma tan brutal me estaba marcando en mi vida de adulta. Tenia todo para ser feliz, y no conseguía serlo. La parte buena es que se puede superar, y por ello nació Feliz sin Bullying. Te animo a que no te conformes con lo que tienes si no te hace feliz, y busques la forma de superar tus bloqueos, porque vivir una vida plena es posible, y solo depende de ti. ¡Claro que vas a poder arreglarlo todo, pero para ello tienes que buscar los recursos que necesitas! Ánimo y un gran abrazo.
Hola Ana, gracias por tu apoyo, veo que hay salida… Gracias por haber sido tan valiente…
Hola Ika, por supuesto que hay salida. Hay que decidir firmemente salir de la situación que no te deja avanzar hacia donde quieres, y buscar la ayuda necesaria para conseguirlo. Gracias a ti por tu leerme. Un gran abrazo!